cuando de repente me miras freneticamente,
despues de haberme cubierto los ojos por tanto tiempo,
hoy hoy me dices adios y yo no digo nada,
bienvenido seas, con tus holas y a dioses,
ellos saben de esta luz para la cual no tengo espacio ahora,
te quiero y está bien quererte, no me lastima más de lo que ilusiona.
y esa ilusión benigna no ahoga.
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