un momento largo sin reloj propio, una señora, su guitarra y el gallo marcaban q de ahi pa lante los ojos abiertos ofrecian muchisimo, que ya nos correspondia responder al llamado si este nos hacia cosquillas en el pecho (y sí que las hacía)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario